Alcalá, 17 de Noviembre de 1942
Señorita Francisquita Lladós
SABADELL
Querida amiga: Por fin cojo la
pluma para darte noticias de mi escuálida persona y como siempre, también
hoy me he olvidado de encabezar la presente con aquellas frases de
ritual: “Desearía que tu salud fuese buena, etc”....
que de tan repetidas y vistas se hacen empalagosas mientras uno está
bien de salud pero tienen un gran valor cuando, como yo ahora,uno se encuentra pasándolo negro.
No te alarmes que no es nada de
particular y ahora te doy una muestra para que te hagas una idea.
Desde hace un montón de días,
me veo afectado de una rara dolencia que me obliga a guardar cama.
Solo tengo fiebre, una fiebre
persistente que, mientras durante el día se mantiene oscilante entre
38º y 39º, al atardecer tiene el atrevimiento de calentar el
mercurio del termómetro al extremo de hacerle marcar 40º.
Esto contrasta violentamente con
mi proverbial frescura. El médico se calienta en vano los sesos
buscando lo que tengo; el pobre hombre ya va por ahí con los ojos
fuera de órbita y cazando moscas, pues no sabe donde encaminar su
búsqueda. Nada me duele y solo tengo esta fiebre traidora, y yo
también me estoy volviendo como un lirón, pues no sé lo que tengo.
Si sigue así este estado de
cosas pediré un permiso de un mes para ir a casa e intentar curarme.
No quiero hablarte más de
enfermedades pues puede quizá te pondrías enferma. Supongo que en tu
espíritu, siempre tan pesimista debe haber ahora un poco de luz con
motivo de los nuevos acontecimientos en curso. Puede ser que por una
vez tendrás que darme la razón a mí que siempre vivo confiado. Me
gustaría hablar con el Sr. Escoda pues debe de estar que hierve.
Yo tenía en perspectiva uno de
aquellos lucrativos viajes pero debido al cambio de panorama creo que
ya se ha esfumado la oportunidad; es una lástima, pues estos viajes
son muy divertidos.
Y, ahora hablemos un poco de ti,
¿Qué es de ese corazón tan difícil de entender? ¿Todavía sigues
considerando a los hombres como seres malignos, monstruos de
perversión? Si así piensas, que Dios te ayude, pues siempre vivirás
malpensando del primer tonto que venga a decirte cuatro cosas con
voz vacilante y cogiéndose el corazón con las manos.
Querría ser más extenso,
escribir páginas y más páginas, pero puedes creer, deliciosa
chiquilla, que parece que tenga una nube tapándome los ojos.
De todas maneras ya ves mi
voluntad hacia ti y dice el refrán que “con la intención
basta”.
Sírvete saludar a tus familiares,
así como a los antiguos compañeros del Instituto, y tu recibe un
fuerte abrazo de parte de tu mejor amigo.
Ramón.
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