lunes, 9 de diciembre de 2013

Ramón Batalla 29 de Noviembre de 1942


Alcalá, 29 de Noviembre de 1942
Señorita Francesca Lladós
Sabadell
Recordada Paquita: En el corto espacio de ocho días he recibido dos cartas tuyas. Las dos me han producido gran satisfacción en el transcurso de su lectura pero, sobretodo la segunda me ha servido para mejorar, si es que eso es posible, el concepto en el que te tengo; en efecto en ella demuestras el gran interés que experimentas por mi mejora cosa que yo agradezco infinitamente.
Para quién, como yo, tiene que vivir enfermo con un sanitario a la vista constantemente puedes creer que es un tónico para el espíritu el recibir palabras alentadoras de una persona por la cual se siente un inmenso afecto. Todavía no estoy curado y persiste la fiebre aunque a menos escala. Sigue el despiste del médico pues dejando a parte la fiebre estoy estupendamente, como espantosamente y las funciones de mi organismo se realizan con toda normalidad.
Sólo los nervios constituyen un gran peligro para mí; te he dicho antes que constantemente tenía un sanitario a la vista; eso es debido a que las mañanas son trágicas para mí. En cuanto siento el ruido de motores de los aparatos ya no vivo ni descanso, hasta el extremo que muchas veces he saltado, casi fuera de mi, por la ventana de la enfermería y he ido a disfrutar de la visión de los aparatos. Esto me ha ocasionado el que constantemente me vigilen y puede decirse que es la única dolencia que me afecta.
De todas maneras la fiebre ha bajado sensiblemente pues ahora sólo tengo 37,3º por la mañana y 37,5º por la tarde. Mañana, lunes, pienso solicitar el permiso que espero me sea concedido aunque tengo en mi contra la debilidad propia de tantos días de fiebre, y que te resumiré diciendo que unos días atrás quise aprovechar la ausencia de los sanitarios para levantarme y me resultó tan mal la salida que después tuve que pasar dos días con una pierna y un brazo completamente paralizados.
No quiero cansarte más con la narración de mi desgracia pero piensa que si hubiera tenido algo grave no te habría escrito para no alarmarte. Muy agradecido por los fervientes votos que haces a favor de mi discutida y mal parada salud. Estoy viendo que habré de rogar a Dios que quiera concederte alguna pequeña dolencia para poderte devolver mis deseos de que mejores. (Es broma, eh!).
Puedes creer que celebro infinitamente que por fin los hechos se encarguen de justificar mi constante optimismo y las esperanzas que tu siempre has puesto en cuarentena. Tiempo, tiempo es lo que se necesita, piensa que los que hoy han emprendido la loable tarea de suministrar grandes dosis de leña a los protectores de Europa no habrían podido hacer esto dos años antes. El tío Sam es Todopoderoso y sólo pide tiempo para aplicar sus inacabables recursos. El invencible Rommel va de capa caída y un gran golpe en la espalda le ha sido dado por el VIII Ejército.
En Túnez los del Eje las pasan negras y todo hace presagiar que en breve los angloamericanos controlarán todo el continente africano con sus consecuencias. En el Este los soviéticos se encargan cuidado de calentar la espalda a los germánicos a pesar de las derrotas Kolosales que han tenido hasta ahora.
En Tolón los franceses han tenido un gesto de dignidad y han inutilizado sus bonitos barcos antes de entregarlos a manos extranjeras.
Todo esto que acabo de decir no es ninguna novedad pues está sacado de los periódicos pero podría comentarte otras cosas que te gustarían pero que la prudencia me obliga a callar.
Espero verte pronto y entonces hablaremos a conciencia de esto y de aquel tema referente a la manera de considerar a los hombres y que tu ves tan embrollado. Si obtengo el permiso ya te lo comunicaré así como el probable día de mi llegada.
Mientras, recibe el afecto de tu amigo,

Ramón.

 

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