viernes, 6 de diciembre de 2013

Ramón Batalla 13 de Julio del 42

 
 
 

Alcalá, 13 de Julio de 1942
Señorita Francesca Lladós
Sabadell
Querida amiga: Con mucha alegría he recibido tu esperada carta y enseguida decido enviarte cuatro líneas para que veas que no soy tan afortunado como piensas.
Perdona, si en un momento de euforia producida por conocer mi traslado a Sabadell, te hice una carta estrambótica. Ahora las circunstancias me obligan a retractarme de lo dicho.
No vayas a creer que yo sea de los que obran a la ligera y que vivo de ilusiones, todo lo contrario, yo tenía la seguridad de obtener el destino pero mis propósitos han fracasado gracias a un caso de fuerza mayor que, dada su naturaleza, no podré contarte con detalle pues al hacerlo incurriría en un atentado a la más elemental discreción. Solamente te diré que está relacionado con los acontecimientos que se acercan a Europa. Ya debes saber que miles y miles de hombres al servicio de la causa democrática se encuentran estacionados en las Islas Británicas, en espera del momento oportuno para desencadenar sobre Europa el más furioso vendaval bélico que registre la historia. Miles de aviones se cuidarán de abrir paso a la Infantería en su devastador avance y por allí por donde pasen estos nuevos Jinetes de la Apocalipsis no quedará piedra sobre piedra. Ahora bien, ¿Cual será el lugar escogido para poner pie en el Continente?. Misterio, muchos lugares presentan condiciones favorables para emprender tal empresa, y entre ellos está en lugar prominente Portugal y España.
Eso quiere decir que hay que prepararse para hacer frente a cualquier contingencia. España tiene que reforzar su potencial aéreo y lo hará con material germánico. Esto quiere decir que los que conocemos este material estaremos muy cotizados y ahora se empieza a ver, pues cuando ya tenía el nuevo destino en los dedos me ha volado, ya que estoy destinado a desempeñar otras empresas de más envergadura. Dentro de un mes, si no hay novedad, vendré con permiso y entonces ya te daré más detalles . Alguien se ha cuidado de tomar mi nombre y después he podido saber que tanto puedo ir a Francia a buscar material como al frente del Este a tomar las aguas.
Como puedes ver no soy tan afortunado.
En cuanto a la conveniencia de mi nuevo destino he de decirte que allí, seria para mí la máxima felicidad pues además de procurarme el vivir al lado de mis padres, podría conseguir la máxima perfección profesional, pues además de trabajar en el montaje y prueba de motores habría podido estudiar en la Escuela Industrial de Terrassa. No habría volado pero no es el volar lo que me asegurará la “manduca” del mañana.
 A pesar de que yo tengo un concepto muy elevado de lo que es la Familia y de que mis padres se desvivan por mí, no es esto suficiente para hacerme dejar mi ruta por razones del destino. Son las ganas de aprender y vivir como un hombre lo que me ha hecho pedir este destino.
Como tú muy bien dices en este párrafo de tu pesimista carta, no hay nada constante ni seguro en este mundo, y lo que me acaba de suceder da gran fuerza a tus palabras.
Y ahora tengo que pedirte perdón, Francesca, por haber hablado en primera persona como si tú no existieses, y haciendo honor a la verdad no he hecho nada, por mis grandes deseos de contarte todo lo que me pasa; perdona, pues y deja que pase a expresarte mi gran extrañeza ante el hecho de recibir tu carta escrita en términos propios de una desengañada para quien la vida ya no tiene ningún atractivo.
¿Qué te pasa? ¿Te ha hecho algo “aquel de Astorga”? ¿O es que te ha ocurrido algún percance?
Sea lo que sea no creo que valga la pena concederle tanta importancia, hasta el extremo de hacerte sentir más pesimista que una madre de familia numerosa a quien no llegan los recursos. Tengo la pretensión de figurar entre los amigos tuyos que gozan de toda tu confianza, así como tú tienes la mía y por lo tanto te pido si quieres contarme cuales son los motivos que alimentan tu aflicción.
Espero, pues, que quieras escribirme una carta más extensa contándome si te ha ocurrido algo desagradable pues quien sabe si yo podré ayudarte en alguna cosa.
También yo he pasado por periodos de la vida que han deprimido mi espíritu pero siempre he hecho lo posible para alejarme de ellos.
Querría que me enviases, junto con una nueva, aquella carta de la cual saques unas líneas que sirvan de botón de muestra para hacerme cargo de tu inestable estado de ánimo.
A lo mejor me equivoco, pero lo que tu tienes es del corazón y eso es fácil de curar, pues sólo es relativo. No obstante el corazón de una chica es muy sensible y las pasiones que lo hacen latir son las que rigen la vida de su poseedora, eso quiere decir que la curación es larga y delicada pues siempre queda un recuerdo más o menos doloroso.
No seré más extenso para no cansarte y por lo tanto solo te repetiré que desde ahora viviré pendiente de tu carta y además quiero decirte que no te perdono esto de que en la tuya me tratases “de según qué”.
Sírvete saludar a tu familia así como a nuestros amigos comunes y en cuanto a tí recibe el afecto que te profesa tu mejor amigo.

Ramón
 
 

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