lunes, 25 de marzo de 2013

Florenci Mimó 4 de septiembre de 1939




Madrid, 4 de Septiembre de 1.939



Amigas: No me siento con rencor suficiente para poneros una penitencia por vuestro GRAVÍSIMO delito de haber tardado “tantísimo” (!) tiempo en escribirme.

No, la espera está compensada por la esplendidez de vuestras letras y la alegría que me producen y además comprendo -por haberlo experimentado- que no siempre el estado de ánimo está en buenas condiciones para ponerse a escribir.

De Mª Mercedes me alegro que se tengan algunos indicios, aunque sean leves por ahora, y confiando poder saber de ella más ampliamente. Si es que otras nuevas os llegan ya sé que no dejareis de comunicármelas.

Con la descripción de vuestras excursiones, me parece que puedo participar algo de ellas yo también y parece que estoy viendo todavía estos lugares tan familiares y dónde tan buenos episodios pasamos juntos.

Yo el pasado domingo entré también algo en contacto con la Naturaleza al alejarme por unas horas de la ciudad. Fui con un amigo al Pardo, pueblecito distante de aquí unos 10 quilómetros, siendo el motivo visitar y llevar unos objetos a un compañero de dicho amigo mío, que se encuentra en un batallón de trabajadores. Fuimos en un coche de línea que hace este trayecto no siéndonos muy difícil encontrar al que buscábamos. Yo, que me he encontrado en situación semejante, pude comprender la alegría enorme que experimentó al recibir la visita de un conocido que le transmitiese unas palabras de su casa. Estando en esta situación se puede comprobar la importancia de la libertad a la que no hay nada inigualable.

Después aprovechamos para darnos una vuelta por el pueblo y los alrededores, que me resultó agradable ya que este lado es uno de los más privilegiados que circundan Madrid. Hay muy escasas casas, pero las calles son limpias y sombreadas con abundantes arboledas; tiene un imponente edificio mezcla de palacio y fortaleza donde en pasados siglos se trasladaba en las épocas de calor la corte de Madrid. Pasa por allí también el diminuto Manzanares hasta dónde se largan las gentes de la capital que no caben en las piscinas o playas artificiales. Pasamos unas horas bien agradables en esa excursión que nos abrió además un apetito formidable a prueba de lentejas.

Por lo demás sigo haciendo la misma vida que no me aburre porque es cómoda y bastante variada.

Hace unos pocos días recibí la visita de las primas y tíos de María-Ana que estaba de paso por esta ciudad y ya me notificaron que os había ido a visitar.

Tengo que decirte, Francesca, que me gustó mucho el verso de tu amiga, y si no fuese por el secreto te encargaría la felicitases, pero en este caso resérvate tú mi opinión.

(En francés) Hasta pronto.

Florencio


A pesar de la dolorosa importancia del suceso no os hablo nada de la guerra, pues bastante se ocupan de ella los periódicos. Sólo me queda desear que no lleguen hasta aquí las fatales consecuencias.

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