Leganés,
29 Junio 1939
A
Francesca y Teresa Lladós
Sabadell
Inolvidables
amigas: Por fin he dejado atrás la ciudad de Vitoria, la de las
constantes lluvias y fríos y dónde ningún atractivo supe descubrir
durante toda mi estancia.
Después
de un constante ajetreo sufrido durante 24 horas, y en cuyo
transcurso desfilaron ante nuestros ojos una infinidad de paisajes y
ciudades de la vieja Castilla, se abrió a nuestra vista el
resplandeciente cielo de Madrid que ha sido testigo por largo tiempo
de cruentas luchas.
Sin
embargo nuestro destino no tenía que ser la misma capital como
hubiere sido el común deseo y fuimos a parar a este pueblecito que
aunque no está separado de Madrid más que por unos pocos kms.
parece por su aspecto que esté construido en el más abrupto rincón
de España. Y no obstante estoy muy contento de mi traslado por la
mayor libertad que aquí se respira y ventajas generales de que
gozamos.
El
pasado domingo fui a pasarlo entero a la vecina urbe que ya estaba
ansioso de poder contemplar con mis propios ojos después de tanto
oírla nombrar.
Causome
muy buena impresión su aspecto general, aunque no resulta nada
excesivamente extraordinario después de haber visto Barcelona. Y
todos los catalanes -será por nuestro orgullo que nos hace ver
mejores nuestras cosas- coincidimos en afirmar que era superior la
última a la primera.
Ya
comprenderéis, pero, la ilusión que me hizo poder contemplar en la
realidad los monumentos, edificios y avenidas que tantas veces había
visto fotografiadas y oído comentar y más con ocasión de la
guerra. Aquella Cibeles tapada, ahora ya a la luz del día, la
populosa Puerta del Sol con un constante movimiento de gente y
vehículos, la calle de Alcalá y la Castellana … Este es el Madrid
de siempre, el castizo y con aires de gran capital europea. Luego hay
el otro, el que más ha sufrido las consecuencias bélicas y con los
barrios extremos dónde se estabilizó el frente y de los cuales he
visto hasta ahora la ciudad Universitaria, esqueleto ahora de un
ex-grande edificio y los Carabancheles sólo comparables a las ruinas
de Pompeya. Me estremeció el espectáculo de una familia reunida y
comiendo en el piso de una casa cortada transversalmente cuyo aspecto
era de una de esas casas de muñecas de las cuáles se ven los
interiores.
Cómo
podéis ver me paso una buena vida viajando de un sitio a otro y gozo
además de una buena salud. ¿Podéis contarme también buenas nuevas
vuestras?
¿Y de los ausentes? Con los cambios hace ya tiempo que no sé nada y
además no es difícil que nos trasladen de nuevo.
Recibid
mi cordial afecto.
Florencio
1º
Regimiento de Ferrocarriles
4º
Batallón – 1ª Compañía
Leganés
(Madrid)
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