Vitoria, 13-5-1939
Buenas amigas Teresa y Francisca:
Pensareis que soy un olvidadizo y que no me acordaría ya más de
contestaros, pero podéis estar seguras de que ha sido una pena para
mí no poderlo hacer antes y ahora lo hago con verdadera alegría, ya
en plena libertad de acción.
Vuestras cartas fueron para mí un
gran consuelo en la vida monótona y aislada del campo donde eran
estas las únicas alegrías que se recibían.
Ahora ya libre por fin, la vida
tiene nuevos alicientes, aunque como mortales que somos nunca estamos
contentos y siempre deseamos más de lo que tenemos; mi anhelo es
ahora poder venir muy pronto, por lo menos con permiso de unos días
y poder hablar de nuevo de las cosas que nos gustan.
En Santander pasé unos días muy
buenos, libre completamente pudiendo visitar todo lo digno de interés
de la capital Montañesa, como llaman de la provincia sus nativos.
Conserva todavía algunos caracteres bastantes típicos y es
frecuente ver por la calle pesadas carretas de bueyes y calzando sus
madreñas las mujeres, que acostumbran también a ir montadas en
sendos borricos por las más céntricas vías; las pescaderas vocean
por las calles sus mercancías con plañideros gritos que parecen
algunas veces fúnebre canto, especialmente por los alrededores del
muelle donde la llegada de las barcas pesqueras es una abigarrada
mezcla de compradores y vendedores.
Es muy atractiva la aristocrática
playa y paseos del Sardinero, llenos de jardines cara al mar donde
las horas transcurren veloces, contemplando el vaivén de las aguas
restallando espumosas en la costa.
En Vitoria ya no hay tanto tiempo
para dedicarse a la vida turística, pues no son muchas las horas que
deja libres la vida del cuartel; sin embargo aquí tampoco hay muchas
cosas a visitar, si no es contemplando los escaparates que van muy
bien cuando menos para alegrar la vista, como tu Francesca dices.
¡Qué lástima, Francesca, que no
puedas seguir por ahora tus estudios a los que con tanto afán te
dedicabas! Yo siento también muchos deseos de estudiar algo para
aprovechar el tiempo y en cuanto pueda venir voy a llevarme algunos
libros.
¿Y tú, Teresa, tampoco debes
poderte dedicar a tus queridos niños? Contadme vuestras ocupaciones
en la próxima pues tengo grandes deseos de saber de vuestra vida.
Ojala podamos tener bien pronto
noticias de Luis y de Mª Mercedes, a la que ya escribí, y
si las tenéis primero vosotras ya me las comunicareis.
Teresa, guardo como una reliquia el
libro que me prestaste y si no me suceden nuevos percances confío
podértelo devolver sano y salvo, que su propietaria ya debe haber
perdido las esperanzas de recobrarlo.
Esperando con impaciencia la vuestra
se despide por hoy vuestro incondicional amigo.
Florencio.
Vitoria, 13-5-1939
Batallón de MontañaFlandes nº 5 – Agrup. del 41
7º Cia. Vitoria
(Álava)
No hay comentarios:
Publicar un comentario