Málaga, 6-XII-39.- Año de la Victoria
Señorita Francisca Lladós
Sabadell
Apreciada amiguita: por la presente
me es grato acusar recibo de tu apreciada carta del 28 pasado.
Después de leerla con gran atención, como se merece, he sacado la
conclusión de que tu te formaste un concepto erróneo de mi modo de
interpretar tu primera carta. Si tu comprendes que yo no soy tu tipo,
haces muy bien en decirlo puesto que en este caso no seré yo quien
vaya a machacar para lograr una cosa que veo es del todo imposible.
Por mí tendré mucho gusto en mantener una correspondencia contigo
pero única y exclusivamente desde el punto de vista de la amistad,
ya que no vayas a creer que quiero tener correspondencia contigo con
la esperanza de lograr mañana lo que no puedo obtener hoy. Si no te
conociera tanto habría llegado a pensar que quizá tus sentimientos
los dedicabas a otro feliz mortal, pero precisamente porque te
conozco, creo y estoy seguro que eres la mujer de más vista que
conozco ya que demuestras tener más entendimiento que yo, pues el 99
% de mujeres habrían pensado al revés en tu caso.
Probablemente que interpretaste mi
negativa a mandarte lo que me pedías como un cierto despecho, pero
no fue así ni mucho menos puesto que obrar así sería cosa de
niños. Ahora en la próxima Navidad seguramente tendré permiso; en
este caso una de mis visitas preferidas serás tú, pero como si
entre nosotros no se hubiera hablado de nada, es decir que te
visitará un amigo.
Por supuesto que no iré con el timo
de que no puedo dormir pensando en ti, etc. puesto que es muy viejo y
yo soy muy materialista. Saluda a todos los amigos de mi parte y si
tuvieras ocasión de ver alguno de nuestros profesores, diles que no
podré olvidarles y de que en mí nunca desaparece la esperanza de
una mejor ocasión pues no hay nada que dure cien años.
Con la finalidad de no hacerme pesado
y a no obligarte a corresponder por cortesía a mis cartas, te
mandaré pocas y cortas.
Sin otro particular, se despide de ti
tu mejor amigo
Ramón Batalla.
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