viernes, 20 de junio de 2014

Francesc Raspall 3 de Mayo de 1939




 
Burgos, 3 – 5 – 39 (Año de la Victoria)
A Francesca Lladós
Sabadell.-
Querida amiga: Recibí la tuya ayer, y hoy aprovechando que estoy de guardia, me apresto a contestarla.
¿Qué pasa en ti?... ¿Es qué no queda nada de aquella muchacha animosa y llena de esperanzas que yo conocí?... ¿Qué fenómeno ha obrado en ti?... quisiera comprenderlo; casi lo comprendo…
Hasta la mitad de tus letras, te me presentas cual habías sido hasta ahora; encontré un poco extraño lo de la monotonía, pero la creí motivada por tus ansias de viajar, de “conocer mundo”, (como más arriba dices).
No dudo de lo frágil de tu espíritu y alma, por eso en una ocasión (perdona que te la recuerde) te expresé mis sentimientos, que siguen siendo los mismos –no lo dudes-.
Quisiera tener el poder suficiente para eclipsar las brumas que ensombrecen el horizonte que tus ojos (bellos, por cierto, aunque inquietos), contemplan. Quisiera borrar de tu pensamiento, desarrugar tu adusto ceño, y llevar, -a ser posible- a tu alma, un poco de mi esperanza, de mi optimismo, de mi… amor.
el día que marchamos a Igualada… bien lo recuerdo, y más aún recuerdo a unos amigos, que, emocionados se despedían, pensando en volver… Dices: “Tú estabas igualmente optimista”… ¡Optimista!, sí, pero mi espíritu estaba en casa, donde dejé a mi madre llorando, (quizás, presintiendo lo que yo iba a sufrir); mi espíritu estaba en Sabadell (como está ahora), siguiendo una por una sus calles, sus edificios, recordando los seres queridos ¡entre ellos TÚ…! ¡Optimista!... sí, pero mi corazón sangraba…
Yo volví, es cierto. Volví; pero el sufrimiento moral había ya hecho presa en mí.
¿Cuándo mis visitas a tu casa, habías notado algún cambio en mi?... Pues sí he cambiado; soy el mismo corporalmente, pero… ¿Tú sabes, que cuando se quiere más a una madre es precisamente cuando te falta?... Pues eso ha pasado en mí, ¿me entiendes?
¡Destino y fatalidad! -dos palabras que son inseparables-. ¿¡Tú, una muchacha que en nuestros estudios, eras aplicada; tú que has tenido la suerte de cursar (aunque en parte) el bachillerato; tú inteligente… crees en el destino, la fatalidad; tú, con sobrada fuerza de voluntad, te ves impotente para evitar que “eso” haga presa en ti?! ¡No!, Francesca, ¡vuelve en ti!, despierta de ese letargo en que te has metido… y vuelve a ser la amiga que, en mis tiempos estudiantiles, tuve la suerte de conocer.
Quizás, encuentres también, especial mi carta. Espero que comprenderás; hasta ahora era un chiquillo; la experiencia llevada en estos dos años, me permite decir: -¡Soy un hombre!-.
Quiero decirte algo, y quiero además, que me juzgues cual soy, y que comprendas, que si no fuese a petición de mis sentimientos, no te lo diría… Francesca ¡te quiero! ¿quieres ser mi prometida?...
Espero, contestarás. Te advierto que de tu respuesta dependen los actos de mi vida futura. ¡Soy un egoísta! ¿verdad?...
Bueno sin más por la presente (si hay algo en esta que te ofenda, perdónamelo) no quisiera perder tu grata amistad.
Recuerdos a tu familia, y tu recibe los respetos de tu amigo
Francisco Raspall Contesta pronto
P.D. En la próxima te contaré algo de la Catedral y Museo de Burgos


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