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España Viva
Franco
Burgos, 22 abril 1939
(Año de la Victoria)
A Francisca Lladós
Sabadell
Apreciada amiga: Ante
todo te ruego me perdones, pues no pude ir a despedirme como hubiera
sido mi deseo, no sabía seguro el día que partiría; así que fui a
Barcelona y se me quedaron, eso fue el sábado, 15; espero pues te
harás cargo.
Por la Caja de Reclutas
fui destinado a Sanidad en Burgos.
Poco puedo contarte de
él, hace pocos días que estoy aquí, pero te haré un “pequeño”
relato del viaje y de mi estancia en esta hasta la fecha.
Salí el sábado por la
mañana de Sabadell, con ánimo de volver y pasar el domingo en casa;
pero mi sorpresa llegó al límite cuando me nombran, entre otros, y
nos dicen: (eso por la mañana), -a las tres y media aquí dispuestos
a marchar a Burgos-. Hubiese querido volver a Sabadell, pero ya
imposible, a menos que me expusiera a cargarme una bronca o un
arresto. Así pues opté por quedarme en Barcelona a comer y
presentarme a la Caja a la hora fijada.
Llegados que fuimos allí,
nos nombraron por lista, dándonos a cada uno seis pesetas (socorro
de viaje) un plato y una manta, indumentaria indispensable a nuestro
papel de “quintos”.
A eso de las siete y media salimos, debidamente formados de a tres,
unos doscientos cincuenta individuos, producto de los destinos de
aquel día, con dirección a la Estación del Norte interrumpiendo el
tráfico a cada bocacalle, y ensordeciendo con nuestros cantos a los
transeúntes “algún
que otro”
vecino curioso que asomaba en “alguna
que otra”
ventana
de los famosos “rascacielos” Barceloneses.
¡Por qué tardarán
tanto en arrancar los trenes destinados a llevar reclutas!¿… A
las nueve y media salimos de Barcelona debidamente colocados en
vagones de… “carga” en los cuales la comodidad brilla por su
ausencia…
¿Será tan largo el
trayecto de Barcelona a Zaragoza, como para pasar veinticuatro horas
en el viaje?... ¡Veinticuatro horas! ¡Un día!; metidos dentro del
ya familiarísimo vagón.
Después de una hora de
espera (seguramente no llegaban a ponerse de acuerdo el jefe de la
Estación y maquinista -¿-), salimos de Zaragoza. Desde aquí el
viaje observa un cambio de aspecto. Dejamos de ver ante nosotros los
campos faltos de cultivos y aparecen otros (no en general)
aisladamente cultivados.
Seguimos, el traqueteo
del tren es incesante, tengo los huesos molidos… ¡quién tuviese
un colchón donde sentarse!
A las diez y diez minutos
(hora exacta en el reloj de la Estación) llegamos a Miranda de Ebro,
estación de gran importancia, pues de ella parten trenes, correos,
para San Sebastián, Burgos y otras capitales importantes. Nos dan
una buena noticia; no partiremos hasta las dos cuarenta, enganchados
en el correo para Burgos.
Bajamos del vagón,
pasamos lista, por si a alguno se le ha ocurrido quedarse a ver la
Pilarica. Estamos todos. Debidamente autorizados por el jefe de
expedición (un Sargento muy simpático, y por añadidura, baturro)
podemos ir a dar una vuelta por el pueblo. Poco tiene de importante.
Las mujeres nos ofrecen quesos, bocadillos y vino (desde luego,
pagándolo todo); nuestros estómagos piden a viva voz algo con que
llenarse. ¿Qué más bien que un cacho de queso, un bocadillo de
chorizo y un buen vaso de vino, de buen vino?...
¡Son las dos
treinta!..., a escape a la Estación; llegamos, han pasado ya lista;
vamos al sargento (ya malhumorado) nos mira frunciendo el ceño,…
(todos callamos) por fin los pequeños hoyuelos de sus mejillas se
profundizan… sonríe ¡estamos salvados de una bronca! Después de
las consiguientes idas y venidas, cambiando de vía y maniobrando,
salimos de Miranda.
Eso ya es otra cosa, ya
no vamos en el tren de marcha lenta y horrendo traqueteo, vamos en el
correo. Cuatro horas escasas de viaje bastaron para encontrarnos en
Burgos. Otra vez pasamos lista. Presentes todos.
¡Burgos!
Por el Espolón, paseo
principal de esta ciudad, nos dirigimos al cuartel de Sanidad
Militar. Hemos andado media hora… llegamos; somos oportunos se está
repartiendo la cena; cenamos (patatas con carne, tortilla de patatas,
manzana y vino). No habiéndonos sido posible encontrar cama
disponible en el cuartel, decidimos ir a dormir a Burgos. (Paciencia)
otra media hora de andar ¿por qué estará tan lejos ese bendito
cuartel?...
Después de haber oído
de boca de tres posaderas –y no con mucha amabilidad- no tenemos
cama, acompañados por un mozuelo logramos encontrar unas camas
dispuestas a recibir nuestros casi descompuestos cuerpos.
A la mañana siguiente,
después de dormir toda la noche como unos lirones, nos aseamos un
poco, cargamos con el equipo y emprendemos la marcha hacia el
cuartel.
Después de tomarnos la
afiliación, nombres, oficios y otros detalles por el estilo, nos
mandan al botiquín donde nos reconocen, y nos dan… (claro, y no es
por menos) útiles para todo servicio; del botiquín otra vez a la
oficina y de la oficina al almacén.
¡Al almacén!; allí es
donde nos cargaron con el uniforme, botas, calzoncillos, camisa,
toalla, etc. y cargando con todo nos dirigimos al dormitorio. Miramos
como nos sientan los nuevos uniformes.
¿Por qué tendrán
tantos botones?... Unos doce en cada pierna. Me viene pequeño; voy a
cambiarlo; me viene grande; otra vez cambiado; ¡por fin! después de
algunos esfuerzos logro meterme dentro. Nos miramos unos a otros y
nos reímos a mandíbula batiente.
El cuartel reúne todas
las condiciones higiénicas (ahora hablando en serio), duchas, wáter,
comedor, dormitorio, biblioteca y cantina; solamente hay una cosa que
no me gusta, la cuadra de las mulas; ¿por qué comerán tanto estos
dichosos animalitos? o mejor dicho, ¿por qué tendrán la manía de
sacar todo lo que comen?...
Podría contarte algo
más, pero no quiero cansarte, y a lo mejor si te lo cuento todo
ahora, no me queda para otra carta. Solo te diré que Burgos no me
gusta y que si alguna vez me pierdo que no me busquen en él.
Y nada más, recuerdos a
Teresa, Ventureta, a tu hermana y familia y demás amigos y tu recibe
un apretón de manos de tu amigo
Francisco Raspall
P.D. nº 1 Pienso visitar
la catedral, ya te contaré algo de ella.
P.D. nº 2 Mi dirección:
Francisco Raspall
Cuartel de Sanidad
Militar
Compañía Depósitos
Burgos
P.D. nº 3 Ya ves que soy
extenso, veremos si tú lo eres igual ¿cómo va la Perfumería?...
contesta pronto, pues es fácil que nos cambien de lugar.
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