jueves, 10 de octubre de 2013

Ramón Batalla 28 de Septiembre de 1941



 
Alcalá de Henares, Domingo 28-9-41
Srta. Francesca Lladós
Sabadell
Querida amiguita: Las maldiciones que dijo Noé cuando aguantaba los torrentes del Diluvio Universal deben ser una bicoca comparadas con las sanguinarias palabras con que las que tú debiste juzgar mi fresca conducta. En efecto, después de haberte asegurado cínicamente que volvería otro día a saludarte me despedí a la francesa. Apelo a tu bondad para que perdones esta ligereza. Gracias.
Este permiso a pesar de ser relativamente largo me ha resultado extraordinariamente aburrido; unos cuantos “flirteos” insustanciales, unos viajes a Barcelona y para de contar. Mi moral, bajo la influencia de los acontecimientos internacionales, no estaba en condiciones de asimilar las variadas formas de disfrutar que se me han presentado.
El viaje de vuelta lo efectué en un vulgar correo que a la velocidad espantosa de 20 Km/hora aproximadamente, me llevo al pueblo de Cervantes empleando un tiempo de 25 horas.
¡Casi nada! Al bajar del tren mi apariencia debía ser la de un gran accionista de “La Carbonera Industrial, S.A.” Qué le vamos a hacer, ¡excelencias del material de la M.Z.A.! (Madrid-Zaragoza-Alicante)
Al incorporarme a la base me he encontrado sorprendido por una serie de nuevas, buenas y malas.
Entre las buenas figura la de que he sido nombrado instructor de mecánicos de un grupo de aparatos de los más modernos, pero las malas lo son de verdad pues han tenido la virtud de cambiar totalmente mi vida actual.
Si mal no recuerdo, alguna vez te había dicho que mi vida transcurría de una forma muy plácida es decir sin verse molestada con esta serie de servicios propios de la vida militar y que tan poco pueden gustar a los que no llevamos sangre chusquera en las venas.
También debes saber que el tipo perfecto de “militar” es aquel que tiene el honor de contar entre sus virtudes y defectos la de ser jugador, calavera y sobre todo un ferviente adorador del Dios Baco.
Ahora bien, hace unos días que un sargento de tropas de aviación, tuvo la mala idea de empinar el codo un gran número de veces con la consecuencia inevitable de que al acabar iba como un velero sin timón. En plena euforia vinícola dio una serie de espectáculos más o menos edificantes en la vía pública, hasta que se retiró a descansar.
Esto no tendría nada de particular pero me llevó a lo siguiente, si tienes paciencia para seguir leyendo.
A media noche el señor sargento se levantó y bajo los efectos de las libaciones tuvo la idea de bajar de un segundo piso por la ventana, en lugar de hacerlo por la escalera, que es como Dios manda. Total que al llegar abajo se dio un grave batacazo con fractura de la base del cráneo y la muerte a los dos días. Tal gesta ha sentado como una patada en el espinazo a nuestro Jefe de grupo y como consecuencia ha dictado una serie de medidas draconianas que constituyen nuestra pesadilla.
Ahora tenemos que ir a vivir al campo y yo espero que con un poco de influencia conseguiremos permisos para hacer guardias, cuarteles etc. Tampoco podemos vestir de paisano y para velar por el cumplimiento de estas órdenes ha establecido una serie de vigilancia en Madrid y Alcalá.
Para que veas que hay palabra, te adjunto la foto que te prometí.
Este mes sólo he hecho un vuelo de 25 minutos, pues se nota la falta de gasolina.
Los últimos días del permiso fui a visitar a la Sra. Matilde y no pude hacer lo mismo con el Sr. Escoda, pues mi padre tuvo la mala idea de ponerse enfermo, afortunadamente ya ha mejorado.
Por hoy nada más, pues ya sería abusar de tu paciencia. Recuerdos a todos los amigos y amigas así como a tu familia, y en cuanto a ti recibe el afecto de tu mejor amigo.
Ramón

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