En campaña, a 15 de Agosto del 38 a Francisca Lladós
Sabadell
Compañeras, “Cisqueta” y Canal.
Con gran alegría acabo de recibir las vuestras, después de leerlas
me encuentro entusiasmado. Y me encuentro entusiasmado principalmente
por haber recibido contestación vuestra, en un momento que estaba
pesimista y porque gracias a ella me vuelve el optimismo. La segunda
parte de este entusiasmo que os digo, es debido a que vuestras cartas
están tan bien escritas, que me hacen pensar que desde que estoy
fuera habéis prosperado tanto, que cuando vuelva seré, de la forma en
que se pierde estando en la “mili”, como un analfabeto a vuestro
lado. Pero vaya, tendré que tener paciencia, pues si bien me vuelvo,
cada día más, como un zapato no es culpa mía, sino de la maldita
guerra.
La sintaxis de vuestras cartas me
gusta tanto que hace que las lea más de dos o tres veces. Incluso lo
que Lladós en la suya me explica de mis dos cartas y se supone que
yo no lo entenderé, le puedo asegurar que lo he entendido a la
primera lectura.
Para no enredarme me dispondré a
contestar vuestras cartas una después de la otra para poder contestaros punto por punto.
Comenzaré por la que en este momento acabo de releer, o sea, la de
la Lladós.
Veo bien, que haya esperado que
llegara la otra carta, pues si el caso me hubiera pasado a mí, yo
habría hecho lo mismo.
Por cierto, compañera Lladós, que
me disgusté bastante en el caso de Boixaderas, pues llevándonos
tan bien como lo hacíamos no sé por qué se había de separar; seguramente
en la otra os lo comentaba; Si nos separamos fue por
su gusto. De todas maneras puedes estar segura
de que no le guardo ni gota de rencor, todo lo contrario, estoy
esperando con mucha impaciencia noticias de él, pues el mismo día que os
escribí a vosotras, si mal no recuerdo, le escribí también a él.
Y la preocupación que su respuesta es causa de que días antes de haber escrito la mía, en
poder vuestro, del 26, tuve que ir a un ataque, del cual como podéis
ver me he salido, y como que no podéis verlo, os lo digo, me he
salido bien entero, pues a pesar de sentir durante un rato la
muerte bien cerca, tuve la suerte de pertenecer el último día del
ataque a la Sanidad de Brigada. En resumen, que estoy vivo, que es lo
más interesante. Y lo bueno del caso, que es lo que quiero deciros,
es que no fue sólo mi Brigada la que yo soy la que entró a
formar parte del ataque, sino que entró también un batallón de la
de Boixaderes. Podéis figuraros ya, el porqué de mi impaciencia,
que no se acabará hasta que no sepa de un compañero tan bueno,
como lo es Feliu Boixaderes. Podéis tener por seguro que tan
pronto sepa de él os escribiré, si es que tengo la suerte de saber
algo.
Mi parecer referente a este compañero
es que aunque fueran solamente cuatro líneas
las escribiese, pues estoy seguro de
que lo que dijo hace pocos días antes de marchar, o sea que no
escribiría, no lo hará, a no ser que le falte papel.
Veo que en la tuya me vuelves a hablar
de aquella poesía, y veo que que me quieres hablar de ella muy seriamente,
cosa que yo, puedes estar segura que desde hace tres meses y medio lo
hago sin parar porque, chica, en la “mili” te hacen perder el humor.
Bien, hablemos pues de la poesía: Hay tanta naturalidad en las
palabras, en referencia al verso que me citas en la tuya, que al final
me harás creer que tienes razón, cosa que me cuesta mucho de creer
tan solo al pensar como os decía antes, en el atraso cultural que
llevo. Pero esto de que “mi pluma no es suficiente para
elogiártela” en esto seré tozudo, vaya. Yo considero, en este
caso, que tu pluma puede juzgar con justicia igual que como la de
cualquier otra persona que sepa más que tú. Así es que en la otra que me
escribáis, como supongo que lo haréis, te agradeceré que no me hables
de tu pluma, porque te rebajarías por tercera vez y eso no es adecuado para
un estudiante.
Acabo de releer, no sé cuantas veces,
aquel trozo de tu carta, que habla de los gorjeos de los pajarillos
en el bosque de Can Feu, y este trozo me ha dejado de una manera que
no sé ni como expresarlo, pero que es una sensación agradable, y
eso es debido a que en lugar de parecer que ha sido escrito por ti,
parece hecho por un poeta consumado. Vaya, que no me toca otro
remedio que felicitarte de todo corazón, aunque no sea más que por
un trozo de prosa, que cualquier día es posible que lo puedas
transformar en un magnifico verso que es lo que a mí me gustaría. De
la misma manera que tú elogias las bellezas del bosque y criticas la
guerra, yo querría elogiarte con estas cuatro líneas tan sencillas,
pero tendrás que imaginarte que está bien escrito, aún no estándolo y así me quedaré tranquilo.
Al final de la tuya leo que acabas ya
porque se te ha estropeado la pluma, cosa que yo debería hacer
porque he tenido que hacer una “tregua” escribiendo esta y
ahora no encuentro el lápiz, pero mi perseverancia es grande (?) y
busco un lápiz que sustituya al perdido, y continuo.
Estoy impaciente porque como me
suponía, al ver las dos cartas hechas por la misma
mano, Canal está enferma y ya querría mañana mismo vuestra
respuesta y recibir una carta de Canal hecha por su mano y
entonces se me pasaría la impaciencia. Pero vaya, debería tener
paciencia y conformarme con repetiros que el deseo más grande es que
se cure cuanto antes mejor, sino lo está ya, cuando recibáis ésta.
Como que esta carta la he tenido que
hacer por etapas, puedo todavía hablarte del compañero Vernet y
devolverte el saludo que con él me envías, pues hoy por la mañana
ha llegado de una escuela de capacitación que tiene la Brigada, y ha
llegado convertido en un “Cabo del Ejército del Este". Nos dolió
mucho separarnos ahora hará un mes, pero bueno, por fin volvemos a
estar juntos.
Hace unos días me encontré
que en la compañía querían hacer un periódico mural para que todos
los soldados o sino todos algunos hagan algún trabajito, como es una
poesía, un dibujo o cualquier cosa por el estilo. Se me ocurrió
hacer la poesía que a continuación os pongo y que la hice más por
complacer a los compañeros que por otra cosa:
Innegable valor
Un ejército que destroza
es el ejército invasor
mas el nuestro no reposa,
y lo abate con el cañón.
El enemigo no titubea
en matar a diestro y siniestro
su deseo cuando bombardea
es dejarlo todo deshecho.
Pues cree que a nuestro pueblo
logrará doblegarlo,
cometiendo muchos crímenes,
pero a gente tan noble
no se nos ve ni temblar.
Una muestra bien patente
de tan innegable valor
son las pruebas de firmeza
del ejército defensor
que se hace ya su historia
por cierto nueva y ejemplar:
es llevarnos a la Victoria
que es por fin la Libertad.
No dudando de que este pequeño trabajo “no será” tan elogiado como el otro, recibe las más grandes pruebas de afecto que te puede
enviar un amigo como es
Pere Bartrés
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