Dentro de la piel el día 10, del mes 10,
del año 38 del siglo que viene.
A Francesca Lladós y otras hierbas y
arbustos
Sabadell (capital de Arbeca la
Seca)
Querida amiga: Para comenzar
perdóname los disparates que preceden a estas líneas.
Doy por perdido aquel cayut (sic) que me secaba.
Me preguntas como sé que mi alegría
es como la tuya. Pues bien, lo sé, porque aquel día la medí y no
veía el final.
Estoy contento de que me hayas
escrito una carta tan larga. Una vez en la vida me has adivinado el
gusto.
¡Qué fuerte! Me troncho y ¡qué
perogrullada! ¿Desde cuando para escribir más de cuatro líneas se
tienen que hacer cinco? ¡Desde que el hombre sabe escribir! (las
mujeres no las tenemos en cuenta, no vale la pena).
He aquí que yo después de 200 años
que llevo pensando no podría encontrar el calificativo que me
corresponde y tú en cinco minutos lo has encontrado: burlón, nada
chica que tienes razón, y por consiguiente pierdo otra apuesta.
Nada, estoy convencido de que con las chicas no se puede jugar,
porque siempre se pierde.
Mentiras no ¿eh? Allí donde ha habido
fuego no siempre quedan cenizas, pues ese día hice fuego con un
fusil y sólo quedó el casquillo.
Eso de que cuando leéis mis cartas, me
oís... me veis, etc. etc. no me lo trago, por la sencilla razón de
que en España la televisión se usa poco, y menos en el frente.
Parece realmente que lo vea: las dos
por la calle leyendo mis tonterías y tronchándoos para hacerme el
honor. De buena gana os hubiera acompañado, porque después de haber
leído las susodichas tonterías os pudiese añadir unas cuantas más
oralmente, tal como lo hacíamos cuando salíamos de la Escuela. ¡Qué tiempos aquellos! Me vendería el coche (del vecino) para poder
volver.
Me
gustaría oírte cuando imitas mi voz; tiene que ser una cosa seria.
Nada, con tal de oírlo, dentro de cuatro días te iré a ver para
comprobarlo (además de ser tonto soy mentiroso, para completar mi
suerte).
…
“Quizás una fiel imagen de tu personalidad”: ahora soy yo el que
me troncho, pues chica eso de las imágenes ya ha pasado de moda; y
en cuanto a las personalidades sólo aparecen en el periódico.
Gracias
por haber aconsejado, para complacerme, a la compañera Canal para
que se alimente. Yo, de momento, por carta ya le envío una lluvia de
chuscos (¿Quién los tuviera?).
Acabo
de romper mi poesía y cuando acabe esta carta paro un taxi de los
amarillos y voy a romper la vuestra.
Bien,
por primera vez hoy, hablaré, mejor dicho escribiré seriamente: no
es que yo le dijera a Boixaderes que os escribiera, como quizás os
dije en mi anterior, sino que sencillamente, y no es por disculparme,
le di vuestra dirección por si “quería” escribiros. Yo no le
dije que lo hiciera, sino que le abrí el camino por si quería
hacerlo, pues hemos de tener en cuenta que aunque por su propio
impulso hubiera querido escribir ¡a donde habría dirigido su
carta! si no sabía vuestra dirección. Siento que eso os haya
molestado un poquito pues si lo hubiera sabido no hubiera obrado tal
como lo hice
Cumpliendo
vuestros deseos, le preguntaré en mi próxima si le pareció mal que
yo le insinuase (quien sabe), dándole vuestra dirección, a que os
escribiera. Pero pensé que como tenía el pensamiento ocupado en los
temas que le afectan por ser miliciano de cultura de su Compañía,
quizás no había pensado en ello y quizás también pensaba que a
vosotras no os gustaría que os escribiese. Pueden ser tantas las
causas que me impulsaron a darle, simplemente, vuestra dirección,
que no ha lugar a decir que lo tengo domado.
A
continuación leo unas cuantas cosas más que si las contases
llegarías a creerte que me he puesto serio y aunque las líneas que
acabas de leer “parezcan” muy serias, las he escrito con la
sonrisa “particular” en los labios. Aunque me habrás de perdonar
una cosa: El cinismo que pongo cuando escribo algo, no es broma. Te
ruego que me lo perdones por ser un defecto natural. Nada chica, es
mejor que hablemos en broma, pues al menos así no entrará el
cinismo.
Siento
que la censura te haya impedido leer algunas cosas, pero no importa,
ya encontraré la manera de comunicártelas.
Me
alegro de que la Faep, haya llegado a ser algo que es efectivo. Así
se recompensa el trabajo de los y las que tan fervorosamente
trabajáis por ello. Si tienes manera de hacerme llegar un boletín,
hazlo. Supongo que no será muy larga vuestra espera para que podamos
contribuir en el Boletín; cómo me gustaría hacerlo ahora mismo.
Verdaderamente
habéis conseguido, como tú misma dices, con vuestras cartas, hacerme olvidar lo que nunca hubiera querido probar, o sea la guerra,
pues cuando recibo una carta vuestra me parece como si realmente
estuviera hablando con vosotras en la Escuela y paseando por la
Rambla comentando lo bueno y lo mejor de nuestra vida o sea la vida
del joven estudiante.
Es
bien cierto que no siempre se puede estar de broma y mucho menos
cuando piensa en los compañeros caídos, pero hago bromas porque
pienso que quizás mañana yo puedo ser uno de los infortunados
compañeros, y como mínimo habré disfrutado antes o habré alejado
nuestras penas; ya nos llegará, si duramos, la edad de estar
tristes; no debemos preocuparnos por eso, ahora somos jóvenes y no
debemos preocuparnos por eso.
Mal
número que tu carta tenga 13 líneas más que la mía. ¡Vaya!
Ahora caigo que el 13 es el número predilecto de las mujeres… ¡ya
decía yo!
En
este momento son las 4 y media de la tarde del día 9 (la carta dice
10 porque saldrá mañana) y pienso que mientras que yo estoy
haciendo guardia, mis compañeros y compañeras están llevando a
cabo la obra benéfica en pro de nuestra causa.
Daría
una fortuna para poder encontrarme entre ellos, que eran para mí
como mis hermanos. De todas formas ya tendré ocasión de
felicitarles y creo que personalmente. Mientras hay quien baila allá,
nosotros la bailamos aquí, pero quien recrimine a mis compañeros es
un traidor a la causa y a la República, pues ellos desde la
retaguardia trabajan tanto como nosotros; es mejor así y si todos
fuesen como ellos la victoria ya sería nuestra
En
la primera de la dos obras que representarán, yo hacía el papel de
“Coronel” y ahora.. ahora he ascendido: soy cabo. Nada chica, que
viéndome joven me ascendieron “por un buen comportamiento”.
Suponiendo
que me perdonarás la mala letra, dale recuerdos a Vilardell y
compañía y tú recibe un fuerte apretón de manos de uno que espera
muchas cartas tuyas y de tu amiga y que es
Pere
Bartrés
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