Pontevedra 12 de abril de
1940
Mi buena amiga Francesca:
No me explico cómo
llegaste a suponer que me había olvidado de ti, ¿crees acaso que
debe ser cosa fácil el intentar hacerlo?; reconozco mi enorme falta
y esperaba que me castigases de alguna forma, pero no de la manera
que lo has hecho.
Desde la primera línea
hasta el fin de tu carta, no dejas de quererme mortificar con tus
continuas indirectas que bien debías suponer su efecto. Primero me
tildas de olvidadizo, sabiendo de sobras que me es imposible el
olvidarte como a los demás buenos amigos, cuya compañía ansío
aunque sé que seguramente no la lograré hasta dentro de unos diez y
ocho o 20 meses. Supones o al menos dices: “ …para entregarse
a la pesada
tarea de escribir unas palabras…” y, si supieras que mis ratos
mas distraídos, son aquellos precisamente en que recibo vuestras
cartas, que me comunican con vosotros y me traen nuevas de la
cuadrilla y de nuestra ciudad; y los que me dedico a corresponderlas,
aunque nunca logro hacerlo de la manera que quisiera, debido a mi
poca facilidad expresiva que hace que siempre sea muy poco extenso,
quizás no del todo agradable y seguramente un poco pesado, pero no
siempre el humor está de tal manera, que permita escribir conforme
acostumbre uno, en muchas ocasiones, si lo hiciera, recibiríais, si
os llegaba, mis cartas llenas de odio hacia mi vida actual y hacia
los que me la hacen vivir tan larga. Pero … ¿cómo puedes suponer
que me es un sacrificio el escribirte y, trates de ínfimo el goce de
dirigirte unas mal expresadas líneas?; afortunadamente abrigo la
esperanza de que todo eso que me dices, no has llegado a creerlo, ¿no
es verdad?.
No sé que daría en
estos momentos por encontrarme en esa, y poderte decir todo esto de
palabra, pues me gustaría discutir un poco contigo.
Respecto a lo de mi
padre, os creía a todos los de la cuadrilla sabedores del mal trance
que estaba pasando; no lo juzgues como falta de confianza el que
nunca te hablase de ello, siempre que me ha sido posible he preferido
sufrir mis penas solo, sin hacerlas extensivas a nadie, y si durante
mi corta estancia entre vosotros, no hice comentarios, fue porque
eran los únicos momentos que me sentía alegre, llegando incluso
alguna vez a olvidar la pena que durante las horas que transcurrían
en mi casa, me agobiaba y llenaba de tristeza. Quizás pensaras que
mi conducta durante aquellos días, siempre alegre y de buen humor,
no fuera la que por educación o sentimientos debía guardar, pero
como ya te digo, eran los únicos momentos en que me dejaba de
atormentar el recuerdo de la triste situación de mi padre que tan
malas consecuencias traía consigo, y me alegraba vuestra envidiable
compañía que desde tanto tiempo esperaba disfrutar; por fortuna, ya
dejó la reclusión que tan injustamente ha sufrido durante varios
meses. Otra injusticia tan mayor que aquella le han hecho ahora,
figúrate que en la actualidad se encuentra cesante en su empleo y
sin otro trabajo. No te digo más, pues no quiero amargarte la
existencia con estas cosas que nadie sabe lo que son de sentir hasta
que uno no se encuentra en ellas, y que tú, al quererlas comprender
te apenarías, bastante somos ya los que las sufrimos.
En verdad es que cuando
me preguntaste que representaba la figura del pequeño esquiador,
creí que seguramente al desprenderte del doble, te olvidaste de él
y de que me lo habías regalado; celebro que sea lo contrario y he de
decirte que continua en su puesto como mascota.
Continua el buen tiempo,
aunque desde hace tiempo no hemos podido volver a dedicarnos al
excursionismo; tenemos mucho trabajo y, es la verdad, esa ha sido la
causa de que no te escribiera antes como hubiera querido, figúrate
que incluso el domingo por la tarde tuvimos que trabajar, cuando
nuestra intención era la de ir toda la tarde a bañarnos a la playa;
después de mañana, si nos es posible, iremos donde no pudimos la
semana pasada y, si resulta tan divertido como esperamos, te lo
contaré. Al mismo tiempo quiero darte dentro de unos días una
sorpresa.
He tenido que dejar una
máquina y coger otra bien diferente, y de nuevo me solicitan que la
deje para hacer “faena”; perdona pero no puedo continuar, por
otro lado pienso dentro de varios días enviarte otra con sorpresa.
Da recuerdos a tus
familiares de mi parte y, a todos los de la cuadrilla. Tú como
siempre recibe un cordial saludo de tu buen amigo
R. Izquierdo
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