Montserrat, 19.12.1938
Querida amiga Francisca: Hace ya una
semana que abandoné mi residencia del plácido valle de Ribes, para
ser trasladado a la famosa y popular montaña de Montserrat que tiene
también sus atractivos y belleza, aunque no dispongo de tanta
libertad para disfrutar de ella.
No suponía el día que tuve la
alegría de vuestra grata visita que mientras os mostraba la
magnificiencia del pirenaico rincón, que tan pronto tendría
que abandonar aquellos parajes donde pasé tan buenos días.
Que placer fue vuestra visita tan
inesperada y que tan buen recuerdo me dejó... ¡no puedes imaginar la
alegría que tuve! Supongo que a vosotras debía transcurriros el
resto del viaje sin accidentes desagradables.
Aquí en Montserrat las horas se me
pasan más lentamente, ya que hay montadas unas numerosas guardias
que nos impiden salir del recinto hospitalario, que aún siendo
grande no deja de tener sus límites y nos produce el efecto de estar
enjaulados. Además hay generalmente una densísima niebla baja que
produce una baja y húmeda temperatura, que nos obliga a quedarnos en
las habitaciones. Todas estas circunstancias me impiden dedicarme a mi ocupación preferida, el dibujo, que no puedo compensar tampoco
con la lectura, pues es muy deficiente el servicio de biblioteca de
este hospital. Menos mal que cada jueves y domingo hacen una
representación teatral especialmente para nosotros, y al menos estos
días los pasamos distraídamente y agradable.
Expresa mi afecto a Teresa y Carmen y
tú recíbelo muy sincero de
F. Mimó
Montserrat, 19 de Diciembre de
1938