viernes, 6 de septiembre de 2013

Ramón Batalla 27 de Octubre de 1940





Zaragoza, 27 de Octubre de 1940

Señorita Francisquita Lladós - Sabadell

Gentil amiguita: Para que veas que me acuerdo de ti cojo la pluma para escribirte cuatro líneas. Supongo que debes continuar tan bien como siempre; por mi parte también estoy divinamente gracias a Dios. Tal como me dijiste, al llegar a Zaragoza encontré tu carta que ya estaba toda harta de tanto esperar. Algún aprovechado había sacado los sellos y si se quedó sin abrir fue puro milagro. Espero de tu gran corazón que perdonarás la mala pasada que te hice al no ir a visitarte aquel día, pero tal como dices tú, fue una acción de represalia para responder a tu anterior carta exponente claro de tu graciosa tranquilidad. De todas maneras eres muy simpática porque al menos me haces unas cartitas que parecen un misal por lo extensas, pero este es mi punto flaco pues cuando recibo carta querría que su lectura no se acabase nunca y menos cuando se trata de amigos como tú, para los cuales no tengo secretos; a propósito, acabo de decirte que no te tengo secretos, y para que lo veas te haré una revelación sensacional, ¡cógete fuerte!: sencillamente, se trata de que padezco del corazón, pero no te asustes, no soy un vulgar cardíaco sino que mi dolencia ha estado ocasionada por los ojos irresistibles de una hermosa niñita de Terrassa que me ha dejado el corazón hecho un helado de nata y ahora para seguir la tradición de las novelas de amor, ni vivo, ni como, en fin no hago nada pensando en ella, a tal extremo que acabo de tragarme el cuello de la guerrera. Ah!!! Pero lo más trágico del caso es que ella me quiere.
Como puedes ver, Francisca, soy digno de compasión pues no hay nada más triste que estar enamorado, pero, que le vamos a hacer, es ley natural y no debo obsesionarme.

Voy a hacerte otra revelación más sensacional todavía. - en la reciente reunión que celebramos en Bremer los dos geniales hombres que con tanto acierto rigen los destinos de la gran Alemania y la imperial Italia dicen que el tema principal que tocaron fue el de la cuestión de la rendición de Inglaterra. Allí fueron expuestas varias tesis como la de vaciar el mar para que los acorazados ingleses quedaran inservibles, o bien colocar minas debajo de toda la isla para volarla, pero ambas tuvieron que desecharlas por ser demasiado costosas; la única idea que parecía aceptable era la de rendir a Inglaterra por hambre, pero ¿cómo hacerlo? De momento se pensó en hacer un bloqueo más eficaz que el actual con la ayuda de la invencible (?) flota italiana pero también se desistió de esto, pues Mussolini dijo que bastante trabajo tenía en perseguir (?) los barcos ingleses por el Mediterráneo. De pronto Hitler, el hombre de recursos inacabables dijo dándose un golpe en la frente: “Ya tengo la solución” y delante de la mirada interrogante de su cofrade Mussolini aclaró: “Dejaremos caer sobre Londres y con paracaídas a 8 o 9 miembros de la Junta de Abastos de España, y es más que seguro que al cabo de una semana escasa ya bostezarán más de hambre, los ingleses, se entiende. Supongo Francisca que cuando vaya no me pegarás por explicarte estos chistes tan malos.
Mucho me hubiera gustado ir a haceros compañía en vuestra excursión a Montserrat porque yo también muchas veces evocó aquellos días felices que espero de todo corazón que volverán en fecha más o menos próxima.

También siento que en aquellas hojas no figure mi firma, pero si bien no figura realmente si figura moralmente.
Hoy no tengo otra cosa para notificarte, por lo tanto solo quiero encargarte que saludes a todos los compañeros, a tus padres y hermanas y tú recibe todo el afecto de tu incondicional amigo,



Ramón Batalla

 

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